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Nuestras playas favoritas de Ibiza
Ya sea que te guste hacer snorkel en calas aisladas, bañarte en aguas que redefinen la palabra turquesa o salir con celebridades en famosos chiringuitos, aquí hay algo para todos.
Cala Saladeta
Cala Saladeta es, sin duda, uno de los rincones paradisíacos de Ibiza, lo que la convierte en un lugar muy popular en julio y agosto. La playa, de arena fina y agua turquesa, cuenta al final con una amplia zona para tumbarse al sol, precedida por varias casetas de varadero, todas ellas de piedra. Se trata sin duda de un enclave mágico donde, sin embargo, no existen servicios de ningún tipo. Un camino entre rocas conduce a Cala Salada, donde hay un restaurante. Es ideal llevar una mochila bien surtida de provisiones y disfrutar de su encanto, sobre todo en los meses de julio y septiembre, cuando el calor invita a nadar pero las aglomeraciones son mucho menores.
Cala Gracioneta
Las aguas de Cala Gracioneta son transparentes y tranquilas como si de una piscina se tratara, y su arena clara está resguardada por un entrante rocoso rodeado de pinos. Estas son algunas de las razones por las que consideramos Cala Gracioneta como una de las mejores calas de Ibiza.
Debido a su pequeño tamaño, con solo unas pocas personas visitándolo, puede llenarse bastante.
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Cala Xarraça
Cala Xarraca es una cala situada al norte de la isla de Ibiza, y es muy conocida por los amantes del buceo, ya que suele tener las aguas más claras de Ibiza.
Cala Xarraca se divide en dos tramos. El primero es el que lleva a la playa, justo enfrente del restaurante, y es el más largo, con una longitud de unos 100 metros. De quince metros de ancho y resguardados del viento por un pequeño acantilado, tendremos la sensación de estar bien protegidos.
Justo enfrente de esta cala encontramos un pequeño islote, al que se puede llegar fácilmente nadando. Cala Xarraca tiene una gran profundidad a pocos metros del agua, y el fondo marino es de gran interés para los buceadores. Los alrededores del islote de Cala Xarraca son también lugares donde descubrir una gran cantidad de fauna marina. Además, en esta zona hay muchas olas rompiendo, lo que hace que no haya mucho oleaje en la playa.
Cala Benirrás
Benirràs es una de las calas míticas del norte, donde en las tardes de verano el sol se pone al ritmo de los tambores, golpeados por numerosos tamborileros atraídos por este ritual. El toque mágico en el horizonte lo aporta Es Cap Bernat, un islote estrecho y puntiagudo, de 27 metros de altura, situado en el centro de la bahía.
Un día cualquiera, la playa es frecuentada por todo tipo de gente, aunque mantiene sus reminiscencias hippies. Dispone de varios restaurantes y un chiringuito, además de tumbonas, sombrillas y hidropedales. El exterior es de arena y el interior también lo es, aunque hay algunos tramos de grava. En ambos rincones de la bahía hay algunas cabañas de playa. Sin duda uno de los rincones de Ibiza más pintorescos para disfrutar en familia, en pareja o con amigos.
Ses Salines
Ses Salines fue declarado Parque Natural en 2001 y es una de las visitas imprescindibles que hacer en Ibiza. El territorio de la reserva abarca casi 3.000 hectáreas de tierra y 13.000 hectáreas de mar, y se extiende por el sur de Ibiza y el norte de Formentera, ocupando también el brazo de mar que los separa, en el que se concentra gran parte de la Praderas de posidonia oceánica que rodean las islas y que forman parte de la declaración de Ibiza como Patrimonio de la Humanidad en 1999. Su acción es la causante de la rica biodiversidad marina de la isla, así como de la pureza de sus aguas e incluso del paisaje de la Costa pitiusa.
En la antigüedad, la sal era un elemento vital, ya que permitía conservar los alimentos. El “oro blanco” fue un factor de riqueza allí donde se produjo, hasta el punto de ser utilizado como moneda en distintas épocas. En Ibiza, la explotación de las salinas se inició en época fenicia, hacia el año 600 a.C., y durante siglos fue la principal fuente de riqueza de la isla, ya que cartagineses, romanos, musulmanes y cristianos siguieron produciendo sal de forma ininterrumpida.
La intensa explotación de las charcas se inició en la época de la Ibiza musulmana, en los siglos XII y XIII. Las grandes mejoras técnicas de las salinas, sin embargo, se produjeron tras la reconquista catalana en el siglo XIII. En épocas anteriores la sal se obtenía de forma natural, recogiéndola en los márgenes de los dos grandes estanques que existían en aquella época. El agua entraba por un canal con las mareas y luego se evaporaba, acumulando el preciado mineral. Los cristianos instalaron compuertas, crearon nuevos estanques y mejoraron la infraestructura de transporte.